Me gustaba bromear con mi profesor de Lengua, Joaquín, de unos cuarenta años pero muy guapo y atractivo. Yo tenía 16 años y estaba en 1º de ESO en un instituto de mi ciudad. Soy muy extrovertida, muy caliente y un poco puta la verdad, así que lo que me pasó ya se veía venir. Había muchos roces con él, muchas caricias inocentes. Un día me atreví a pedirle que me hiciera cosquillas por el cuello y los brazos y él accedió gustosamente. Lo hacía con mucha sensibilidad y me gustaba mucho, también le pedí que me hiciera cosquillitas por la espalda, y entonces él metía su mano por dentro y me producía escalofríos cuando me cosquilleaba. Luego pasó de las cosquillas a las caricias. Esto me lo hacía todos los días, cada vez me hacía cosas nuevas, como bajar hasta el final de la espalda y acariciarme el comienzo del culito, o pasarme los dedos levemente por mis tetas, primero por encima y luego por dentro del sujetador, hasta incluso llegar a los pezones. Nadie se daba cuenta porque nos poníamos al final de la clase, y si alguien miraba él cambiaba la dirección de sus manos. Otro día me acarició el vientre llegando a meter su mano en mis braguitas y acariciarme el pubis. Esto me volvía loca y me provocaba pequeños orgasmos. También me acariciaba los muslos metiendo los dedos por dentro de mi pantaloncito y casi llegaba a tocarme la vulva. Hasta que un día me dijo que me quedara en el recreo con él a solas y me regalaría un masaje que me iba a gustar mucho. Cuando todos se fueron, cerró la puerta con llave y las ventanas. Se puso a acariciarme como siempre, y los dos estábamos muy nerviosos. Me dijo que me quitara la camiseta y así hice. Luego él, como sin querer, me desabrochó el sujetador, que cayó dejándome las tetas al aire, que aunque era jovencita, las tenía ya grandecitas y bastante apetitosas. Se puso a acariciármelas y a pellizcarme los pezones. Luego me pidió que me quitara el pantaloncito corto que tenía y él mismo me quitó las braguitas y se quitó su ropa. Ya desnudos los dos, me acarició por todas partes y yo gemía como una putita. Finalmente acabó por masturbarme aplicando sus dedos por toda mi vulva y metiéndolos en mi vagina hasta el himen, ahí se dio cuenta de mi virginidad. Como no quería problemas, me puso a cuatro patas y me puso saliva en el orificio anal y luego me metió su verga. Aunque me dolió al principio, luego me gustaba mucho y me corrí brutalmente, igual que Joaquín, que eyaculó y me llenó el culo de semen. Quiso limpiarme con un pañuelo pero le dije que no lo hiciera, que me dejara el agujerito con la leche y así estar mojada el resto de la mañana por detrás y por delante. Me pidió después que le limpiara la verga con mi boca, y cumplí su deseo, primero lamiéndole la polla con mi lengua y luego metiéndomela en mi boca para saborearla y dejarla limpia y reluciente. Eso lo repetimos varios días más, y realmente no me arrepentí de nada. Disfruté con ese profesor que me puso cachonda tantas veces y que al final de curso me puso sobresaliente en lengua…